La Real Fundición de Artillería o Fábrica de Artillería, está situada en el barrio de San Bernardo. Fue construida en 1565 por el fundidor Juan Morel, hijo del famoso Bartolomé Morel que además de los mejores cañones de la época fundió nada menos que el monumental Giraldillo de bronce que corona la Giralda. La fundición constaba de varios hornos, los unos de primera cochura como el llamado Horno del Santo Rey, y los otros de segunda cochura como el llamado Horno Bizcocho.

El barrio de San Bernardo había sido un arrabal en tiempos de los musulmanes llamado Arrabal de Minjoar, que se extendía desde los palacios de Bohaira hasta la Puerta de la Carne, que por esto se llamaba Bab-Minjoar o Bab-Ahjoar, que significa Puerta de Minjoar, por dar salida hacia ese barrio.

Durante el asedio de sevilla por el Rey san Fernando, y tras la destrucción de ese arrabal, se estableció en él uno de los campamentos del ejército cristiano, lo que ha dado motivo a que una de las calles del barrio se le de el nombre de

Quizá con soldados y almogávares de San Fernando se pobló el arrabal, que quedó como cobertura de protección de ese lado de la muralla contra nuevas incursiones de los moros, como en efecto ocurrió años más tarde con la invasión de los Benimerines que desde Marruecos intentaban reconquistar Sevilla para el imperio almohade marroquí.

Después, el arrabal se va poblando de trabajadores del metal, pequeños fundidores hasta que Morel crea la Real Fundición. La cual, con las necesidades crecientes de artillería para los barcos de la Flota de Indias, y para los ejércitos de las provincias americanas, hubo de ensancharse hasta el punto de que en la época del rey Carlos III, en 1782 se decidió construir la nueva Fábrica de Artillería, hermosísimo edificio, que hoy vemos, uno de los mejores, aunque poco conocido, con que cuenta Sevilla, y que puede compararse con la Real Fábrica de Tabacos y con el Hospital de las Cinco Llagas, sus únicos rivales.

Desde los tiempos de la Reconquista la asistencia espiritual al barrio estuvo a cargo de la Parrcx-luia de Santa María de Afuera, llamada del Sagrario, de la Catedral, que enviaba sacerdotes a los barrios y arrabales situados fuera de murallas.

En el año 1595 parece que se construyó una iglesia con el carácter de Ayuda de Parroquia, todavía dependiente de Santa María de Afuera.

Por último en 1791, al crearse la Fábrica de Artillería por Carlos III se remodeló el barrio, aumentó su población y fue convertida en Parroquia la que hasta entonces era solo Ayuda de Parroquia.

Desde el siglo XIV se venía celebrando en el barrio cada año la procesión del llamado Corpus Chico, según una concesión Real de la época en que los reyes, descendientes de San Fernando, tenían su capital y corte en Sevilla. Al crearse la fiesta del Corpus Cristi cuya «procesión general » se celebraba con toda solemnidad por las calles de la Catedral y del Ayuntamiento, se dio al barrio de San Bernardo su privilegio para tener una procesión del Corpus suya, con tal que no fuera en la misma fecha, señalándose la del 14 de Septiembre, y fundándose poco después una Hermandad Sacramental, encargada de ese culto público.

La procesión saliendo de la iglesia de San Bernardo se dirigía a rodear el arrabal, buscando la Vereda de los Cañones, por la que se sacaban los cañones para probarlos en el Tiro de Línea, que por eso se llama Tiro.

Cuando se construyó el monumental edificio de la Fábrica quedaba aquella calle por medio, y como en la nueva estructura del edificio no podía consentirse por razones de Seguridad una calle de tránsito público por medio de una moderna fábrica de Artillería, se cerró la calle por sus dos extremos, el de San Bernardo y el de la actual Avenida de Eduardo Dato, quedando a manera de uu patio alargado de la Fábrica.

Y aquí comienza nuestro enigma: ¿Al adquirir el gobierno de Carlos III las antiguas fundiciones de Morel, adquirió también la calle, o bien esta se incluyó en la fábrica por motivos de seguridad pero sin un derecho de propiedad?

No puede saberse con certeza, pero lo que sí se sabe es que quedó un «derecho consuetudinario” a favor de la Hermandad Sacramental de San Bernardo, para que la procesión del Corpus Chico cruzase la fábrica y salir por la calle opuesta. Por este motivo hubo que abrir en el arco de la puerta de la Fábrica un hueco en el cristal de la vidriera, para que pueda pasar la parte alta o remate de la Custodia procesional.

Así viene haciéndose desde 1791. Cada año -antes lo hacía la hermandad y ahora lo hace el Párroco-, se dirige un escrito a la Autoridad Militar para pedir el paso en dicha fecha, convirtiéndose por unas horas en calle pública lo que en tiempos lo fue y ahora es una parte de la fábrica. Y como una manifestación de solidaridad cívica, este paso o calle es adornado por la Fábrica para darle mayor decoro ese día.

Ahora la Fábrica de Artillería, dejando de serlo para convertirse en un edificio cultural donde se ubicará según parece un Museo de Archivo, deja de tener el caracter de «propiedad del Ramo de Guerra», y se estudia un medio legal de cesión a la Ciudad o a la Junta de Andalucía. Y el edificio íntegro se declara Monumento Histórico.

Por consiguiente lo que podía ser una reivindicación a través de ese «derecho consuetudinario», deja de tener razón de ser. Y así el enigma queda reducido desde ahora, a una mera curiosidad histórica.

Dejemos constancia aquí, porque es de justicia reseñarlo para hoy y para la posteridad, que en gran parte la salvación de la Fábrica de Artillería cuyo edificio pudo convertirse en solar como el de la Maestranza, se debe a la insistente y esforzada labor de don Pedro Mora Piris, militar, erudito, historiador, y sobre todo un gran amante de Sevilla.