La Virgen de los Reyes: He aquí la máxima devoción mariana de Sevilla. Quien no haya visto la procesión de la Virgen de los Reyes el día 15 de agosto a primera hora de la mañana, no sabe lo que es una veneración de un pueblo a su Virgen. Si la entrada de la Macarena en su basílica a mediodía, entre gritos de «Guapa, Guapa» y entusiasmo ruidoso, significa la apoteosis de la devoción cofradiera y popular, la procesión de la Virgen de los Reyes es la devoción casi silenciosa. Ver la Virgen en el momento en que vuelven sus andas para que bendiga a la ciudad entera, en la Punta del Diamante, es algo inenarrable. El primer sol de la mañana que viene a chorros por la calle Alemanes le da de lleno en el rostro y entonces la Virgen de los Reyes se convierte en un ascua de oro, que enciende de resplandores la calle, la Catedral, y el corazón de Sevilla.

La historia de la imagen de la Virgen de los Reyes es a la vez sencilla y misteriosa, llena de encanto medieval. Parte de leyenda, parte de tradición, parte de retazos de investigación y análisis de los eruditos en Arte.

El rey San Fernando venía con sus tropas a rescatar Sevilla del dominio musulmán. Los primeros que expulsaron a los moros fueron los franceses, allá por el año 732 cuando Carlos Martel derrotó a los sarracenos en la batalla de Poitiers. Durante quinientos años más los reyes de Sobrarbe, los reyes de Navarra y de Aragón, los condes de Cataluña, los reyes de León y Castilla siguieron batallando para echar a los invasores. Nuevos ejércitos de Almorávides y Almohades habían pasado el Estrecho, y todavía parte de España seguía bajo el yugo de los emperadores de Marruecos.

San Fernando consigue el milagro de recuperar Jaén y Córdoba, y está a las puertas de Sevilla. Y tiene un sueño. La Virgen se le aparece. ¿Fue en Alcalá de Guadaira, o en Castilleja de la Cuesta?. San Fernando está enfermo, pero soporta con entereza la enfermedad, monta a caballo y prosigue la lucha. La Virgen le ayuda, y le salva en un apuro cuando rodeado de enemigos suplica a voces: «Valme, Señora». Y la Señora le vale, y gana la escaramuza.

Y sigue viéndola en sueños por las noches. Y consigue entrar en Sevilla. Y la leyenda cuenta cómo unos peregrinos alemanes le hicieron en sólo unas horas la imagen de la Virgen de los Reyes, y desaparecieron milagrosamente porque eran ángeles.

Y los eruditos dicen: No, no fueron ángeles, sino que la imagen de la Virgen de los Reyes fue un regalo de su primo el rey Luis de Francia para felicitarle por la reconquista de Sevilla. Bien, pero Luis no era solamente rey de Francia, sino que es un santo, San Luis Rey, canonizado y en los altares así que es el regalo de un santo a otro santo.

Y la Virgen de los Reyes sonríe desde lo alto, porque no se ponen de acuerdo, aunque todos tienen la razón.

¿Cómo es la imagen? Es una talla en madera, con goznes en todas las coyunturas de brazos y piernas y cintura, de modo que se pueda poner en muchas posturas según el cuerpo humano de que tiene toda la configuración, nos dice don Félix González de León en su «Noticia artística Es Virgen de vestir, sentada en un sillón del tipo de jamuga de los que se ponían sobre el lomo de una caballería para que las reinas y grandes damas pudieran ir sentadas ceremoniosamente.

La Virgen de los Reyes estuvo en el Alcázar y pasó a la Catedral a la capilla Real donde se encuentra recibiendo la veneración de toda Sevilla.

patrona de la Archidiócesis la declaró la Iglesia en tiempos del Cardenal Segura, quien todos los sábados celebraba ante Ella el ejercicio de la Sabatina, con multitudinaria concurrencia de fieles.

Milagrosa Virgen de los Reyes. De milagros públicos en inundaciones y catástrofes preservando a Sevilla. Y de milagros privados. Como cuando aquel hombre disipado y pecador, llamado Mateo Vázquez de Leca, clérigo sin vocación a quien gustaba «pasear bastantemente la catedral por ver y ser visto», elegantísimo en sus ropas y ademanes, y galanteador de mujeres, hasta que un día al atardecer, ya obscuras la catedral, inició el galanteo con una dama y la llevó a la Capilla de la Virgen de los Reyes, que estaba solitaria, con ánimos deshonestos. Pero cuando la despojó del manto, encontró bajo él no una mujer bellísima, sino un esqueleto que se deshizo en ceniza ante sus ojos espantados.

El suceso lo relatan sus contemporáneos y los biógrafos posteriores, y este dramático episodio milagroso fue causa de su conversión, haciendo del clérigo disipado un sacerdote ejemplar, y más tarde el promotor de la declaración del dogma concepcionista.

No hay una sola Virgen de los Reyes, sino varias. No sabemos si vinieron de Francia otras iguales, enviadas por San Luis a su primo San Fernando, o si se realizaron aquí; pero en todo caso son de la misma época, y regaladas por San Fernando a entidades religiosas. La primera es la Virgen de los Reyes, fernandina que hay en el real Monasterio de San Clemente. La Segunda la Virgen de las Aguas que está en la iglesia colegial del Salvador, y la imagen de la Virgen de los Reyes de la Hermandad de los Sastres, de la iglesia de San Ildefonso, y la que se venera con el nombre de Virgen de las Nieves, pero es originariamente Virgen de los Reyes, que preside el camarín del altar mayor de la capilla sacramental de la parroquia de San Isidoro.

Después de aquellas antiguas hay otras más modernas en Sevilla, alguna en pintura cono el hermosísimo cuadro del siglo XVIII en el Convento de las Mínimas de Triana, que representa a la Virgen de los Reyes apareciéndose a San Fernando.

Otras que deben estar en Sevilla pero que han dejado de venerarse donde solían, como la que había hasta hace pocos años en el Convento de Santa María de los Reyes en la calle Santiago, convento que en la actualidad es una dependencia de la Consejería de Cultura, para teatros y conciertos. No sabemos si la imagen de su titular fue llevada por las monjas al trasladarse a nuevo domicilio.

Y la Virgen de los Reyes, de pequeño tamaño que estaba en la capilla de Molviedro con hermandad propia, y que todos los años era llevada en carreta de plata, con acompañamiento de carretas de los barrios sevillanos y de numerosos caballistas a la romería que en su honor se celebraba en la finca del Quintillo que era propiedad de don José Anastasio Martín, el segundo domingo de Mayo, regresando por el Paseo de la Palmera a su capilla de la Plaza de Molviedro, romería que desapareció hace unos cuarenta años.

La devoción a la Virgen de los Reyes es hoy como siempre, muy acendrada en el pueblo sevillano. Miles de personas abandonan el día 15 de agosto su veraneo en las playas de Cádiz y Huelva, para venir a la procesión de la Virgen de los Reyes. Y miles de madres acuden cada año el último sábado de octubre a la emotiva y tiernísima ceremonia de presentar a la Virgen los niños nacidos en el año.

Dulce renovación anual del amor de Sevilla a su Virgen de los Reyes, y garantía de su continuada generación tras generación.