Una de las óperas más conocidas es sin duda “Carmen” de Bizet, algunos de cuyos números han servido para simbolizar a España convencionalmente en el extranjero. Entre el mito y el estereotipo, vamos a conocer la historia de Carmen.
Carmen era una cigarrera de la Real Fábrica de Tabacos, en donde trabajaban centenares de muchachas jóvenes sevillanas, que a la hora de terminar su jornada alegraban las calles de la ciudad con el bullicio de su paso, y el colorido de sus vestidos y mantones.
De aquellas cigarreras destacaba por su belleza Carmen, pero también por su ambición sin freno y su falta de escrúpulos. Como la Fábrica de Tabacos era patrimonio Real, y dependía de la Hacienda Pública, tenía el edificio garitas alrededor para su defensa, y una guarnición de soldados para su guardia, como puede verse, si nos acercamos al monumental edificio, hoy habilitado para la Universidad Hispalense.
Carmen se había relacionado con una banda de contrabandistas que andaban por la sierra, trayendo contrabando desde Algeciras, y que a veces más que como contrabandistas actuaban como bandidos.
Como aquellos delincuentes necesitaban un militar experto en armas, y en el manejo de mapas, Carmen consiguió enamorar a Don José, sargento de la Tropa que guarnecía la Fábrica de Tabacos, el cual por su amor abandonó sus deberes, dejó el uniforme, y se unió a los contrabandistas, ciego de amor, aunque esto significaba la ruina de su carrera y de su honor.
Pero Carmen no satisfecha con lo que don José podía ofrecerle, pensó que le convenía más unirse a un torero famoso que ganaba millones, y que podía comprarle joyas, casas y cortijos, y llevarla a fiestas y salones. Habiendo venido a Sevilla otra vez, desde Algeciras, Carmen buscó al torero Escamillo, a quién también supo enamorar.
Sin embargo, don José, noticioso de que Carmen le engañaba, aún sabiendo que la Justicia le andaba buscando, se decidió a venir a Sevilla y buscar a Carmen. La encontró en la Plaza de Toros de la Maestranza, donde se celebraba aquel día una corrida. Toreaba Escamillo que obtuvo un éxito triunfal. Y al terminar la corrida, cuando Carmen salía de la Plaza para esperar a su amante Escamillo, en la misma puerta, Don José loco de celos y de rabia, se lanzó contra Carmen a quién dio muerte, suicidándose después.
Si vamos al Paseo de Colón, veremos, frente a la Plaza de Toros, en el jardincillo que se asoma al río, la estatua de Carmen, monumento que recuerda este episodio ocurrido en los años del Romanticismo, a mediados del siglo XIX, obra del escultor Sebastián Santos Roja.
(c) José María de Mena, 1988
(c) David de Mena, 2021
- foto gracias a @sevillaantigua
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